Tomo mi copa de penas y me dispongo a beber para llorar.

Un dolor en el centro del corazón, de la nada como si fuera a vomitarlo, me invade esa maldita sensación, esa tristeza esa pena pegotea que me falta por votar y no quiero dejar ¿no quiero dejarme libre y abierta? Las lagrimas avanzan como pintura por todo el rostro, algunas revientan en el suelo, pareciera que tienen hasta más peso que las del antes. Aquí estoy fumándome tu marihuana y extrañándote porque no sé cómo se deja de extrañar, y duele como cuando te cortas un dedo y después en esa abierta herida cae un descuidado jugo de tomate mientras cocinas. Denme el medicamento pa’ olvidar, Clementine ven a ayudarme. Se siente, no se puede dejar pasar hay que chupetearse la herida, pero esta no se quiere sellar y a veces me sale pusssss y me duele hasta volar por los aires para ir al mar, a bañarme con sal porque la dulzura se me perdió de aquí.

Tienen que ser valientes aquellos que toman decisiones que les rajaran el corazón cinco minutos después, sabes que estarás bien pero atravesarás los espacios silencios de la soledad y conectar con ese dolor y es estar dentro de tu propio huracán. Se despega la casa del suelo, todo se revuelve y no se detiene suavemente, al parar todo se viene abajo por la gravedad, y vuelta a ordenar otra vez los pensamientos, esas risas rotas intentar pegarlas, las cartas de los cumpleaños unirlas con scotch, los libros regalados firmados con tu nombre, tus fotos pegadas en mi pared, está todo en el suelo. Generalmente no veo nada, me enfoco en mirarme para evitarte, pero existen horas claves cuando el sol revienta afuera, hay días en que Lana del Rey debe ser mi compañera.

Agradezco la catarsis…ever.

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